La Navidad ha representado y representa
hoy en día una época muy especial para toda la humanidad; tan especial y
profunda que encierra dentro de ella un simbolismo indudablemente trascendental
e íntimo. Ella, en sí, es lo suficientemente antigua como para perderse de
vista en la noche de los tiempos pero, sin embargo, muy latente e indispensable
para el atento buscador que ya ha encontrado dentro de sí la calma y el
equilibrio que produce el Sendero Espiritual, el cual nos retorna a Aquella
Fuente de la cual todos los seres emanaron.
El Gran Arquitecto, El Absoluto, Dios, El
Todo –como queramos llamarlo- ha diseñado un gigantesco Plan de Evolución para
todas sus Chispas Hijas que actualmente están evolucionando, en donde cada una
de Ellas desempeña una labor única e indispensable dentro de ese Plan y en
donde la Luz y la Perfección irán inundando cada vez más sus mundos hasta que
logren fundirse en el Gran Sol Espiritual, pero ya no como Chispas sino como Soles
de Amor, Sabiduría y Buena Voluntad.
“El Reino de Dios está dentro de
nosotros” (Lucas, 17:21). Así pues el
viaje de peregrinación debe ser al Belén interno que todos llevamos en el
Corazón y, siguiendo la Estrella de la Anunciación, podremos ver al Niño que ha
nacido, ese mismo Niño al que el Maestro Jesús se refería cuando decía: “Les
aseguro que si no cambian y vuelven a ser como niños no podrán entrar al Reino
de los Cielos” (Mateo, 18:3).
¿Qué es Navidad?
La palabra Navidad proviene del
latín natívitas, que significa nacimiento. Cuando decimos Feliz Navidad,
estamos diciendo realmente feliz nacimiento, estamos deseando que algo o
alguien nazca. Pero, ¿quién nace? Enseguida nos viene a la mente la imagen de
Jesús de Nazaret, hijo de José y María, que nació en una noche muy oscura
dentro de una gruta, en Belén. Pero, ¿cómo podemos decir Feliz Nacimiento
cuando Jesús nació hace ya 2000 años?
Realmente nos referimos a la
Conciencia Crística que permanece dormida en la gruta de nuestro
corazón, y que algún día daremos a Luz y nacerá en nuestro mundo para
guiarnos directamente hacia el Padre, la Presencia “Yo Soy”
individual; Dios en nosotros. Éste es el llamado Segundo Nacimiento, y a las
personas que lo recibían se les nombraba en la Biblia doblemente nacidos.
Eran iniciados en los misterios antiguos y debian tener ciertas cualidades
necesarias para que pudiera producirse en ellos dicho nacimiento. Jesús de
Nazaret era uno de estos iniciados, el cual venía con la misión específica de
demostrar a todos la realidad visible y tangible de este hecho; demostrarnos
que cada uno de nosotros somos un punto de Luz por donde Dios se asoma al
mundo, no importando la raza, el color, la nacionalidad ni ninguna otra
diferencia (Lucas 17:21, Salmos 82:6, Juan 10:34).
Estaba escrito por los profetas Miqueas e
Isaías que pronto nacería en Belén el hijo de David, el Rey-Mesías, y una
estrella, la Estrella de Oriente, anunciaría el hecho.
El Espíritu de la
Navidad
A partir del día 21 de diciembre
oficialmente tiene lugar la llegada a la Tierra de un Ser Cósmico, llamado el
Espíritu de la Navidad, el cual produce en los seres humanos más receptivos la
cualidad de dar sin sperar recibir. Este magnánimo Ser responde al nombre de
Señora Nativitas, y muchas personas sensibles a su radiación empiezan a recibir
su presencia inclusive mucho antes de esta fecha del solsticio de invierno.
Dar sin esperar recibir es una
característica del Rayo Rosa. La persona que verdaderamente ama, no espera nada
del ser amado, sino más bien le da todo. Esta hermosa cualidad –que es Amor- se
aviva especialmente en época de Navidad para la bendición de toda la humanidad.
La Llave Tonal de este hermoso Ser se
encuentra en el famoso Oratorio “El Mesías” de Georg Friedrich Haendel (año
1742) que refleja toda la majestuosidad, belleza y divinidad de la vida del
Niño Redentor. También podemos contactar con la radiación de la Señora
Natívitas a través de muchas melodías navideñas de diferentes países, como lo
pueden ser: “Noche de Paz” de Gruber, “Adeste Fideles”, “White Christmas” de
Berlín, etc.
A los Pies del Maestro
“A los Pies del Maestro” es un libro que fue dictado en
1910 por el Amado Maestro Koot Hoomi a un joven de corta edad en aquel
entonces, llamado Krishnamurti. Es una pequeña obra en la que se exponen las
cualidades necesarias para adquirir la Primera Gran Iniciación, mejor
conocida como el Nacimiento del Cristo Interno en nuestro corazón; un hecho
real, visible y tangible por el cual deben pasar todos los seres humanos algún
día.
Y ¿qué cualidades debemos desarrollar para que nazca el Cristo
en la gruta de nuestro corazón? La primera cualidad de la que habla el Maestro
es el discernimiento, que es la correcta elección entre el bien y el mal,
entre lo útil y lo inútil. La segunda cualidad es la carencia de deseos,
que trata de eliminar de nuestras emociones aquellas que sean de baja
vibración, como lo pueden ser el egoísmo, las pasiones y los apegos. La tercera
cualidad es la recta conducta, que trata sobre el dominio de la mente, el
dominio de la acción, la tolerancia, la alegría, la perseverancia o finalidad
única y la confianza o fe. La cuarta y última de estas cualidades es la
del amor, y se le considera la más importante, pues si no hay amor en el
corazón del Aspirante, esto es como si fabricáramos un violín con la más noble
madera, cuidando de que sus formas sean las más correctas, afinándolo
perfectamente, para que al final no produzca sonido alguno.
¡Si Cristo no ha nacido aún en tu
corazón, propicia pronto que así sea, para que de su mano camines a la
Luz de Dios que nunca falla!
Extractos
del Libro "Metafísica de la Navidad", de Juan Carlos García