2013/02/18

Aquí y Ahora


Ante todo, hay que comprender lo que entendemos por comunicación. Si dos de nosotros, usted y yo, nos queremos comunicar el uno con el otro, no sólo ha de existir una comprensión verbal de lo que se está diciendo en el nivel  intelectual, sino también, un escuchar y un aprender.
En segundo lugar, es evidente que cada uno de nosotros tiene un pasado de conocimientos,  prejuicios y experiencias, así como los sufrimientos e innumerables y complejos problemas que surgen en las relaciones humanas. Bien mirado, cada uno de nosotros es el resultado de nuestra compleja vida cultural, con la educación y las experiencias, no sólo de unos pocos años, sino de siglos.
Si tratamos de escuchar, vemos que es extraordinariamente difícil porque siempre estamos proyectando nuestras opiniones e ideas, nuestros prejuicios, conocimientos, inclinaciones, impulsos; cuando estos nos dominan, apenas escuchamos lo que se está diciendo. En ese estado no hay valor alguno.
Se escucha y, por lo tanto, se aprende, solo en un estado de atención, en un estado de silencio en el cual está como en suspenso, en calma, todo ese pasado; entonces, me parece, podemos comunicarnos.
También hay otras cosas implicadas. Si escucha usted con la experiencia o imagen que haya creado del que le habla, y escucha como si este tuviera cierta autoridad, que puede o no tener, entonces es evidente que no estará escuchando. Lo que escucha es la proyección que usted mismo ha hecho y eso le impide escuchar.
Es evidente que la comunicación real o comunión sólo puede efectuarse cuando hay silencio; cuando uno escucha sin ninguna intención, sin ninguna barrera, dejando a un lado todas las opiniones, conclusiones, experiencias, etc. Se produce así la acción inmediata.
Vamos así a entender que en este proceso de aprender hay acción. No se trata de aprender primero y actuar después, sino más bien que el acto mismo de aprender es el acto de hacer.
Krishnamurti, 9 de Julio de 1967
Extractos del libro: “Temor, Placer y Amor”